Pero el fascismo no es una cuestión del pasado, los grupos ultraderechistas llevan a cabo continuas agresiones violentas, constituyendo un auténtico terrorismo contra el colectivo inmigrante, LGTB, y todas las personas que luchan por la justicia social, contra el racismo, al lado de los sectores más expuestos a la explotación y el desamparo. ¿Qué duda cabe de que se ven protegidos y protegidas, de forma pasiva o activa, por los poderes públicos?
Es insultante constatar día a día esta complicidad, y como las personas criminalizadas, perseguidas y estigmatizadas somos los y las antifascistas. Son nuestras manifestaciones las ilegalizadas, somos quienes recibimos las cargas policiales y quienes aparecemos en los medios de comunicación como peligrosas y peligrosos delincuentes a eliminar. Con un discurso machaconamente repetido intentan equiparar fascistas y antifascistas, ataque y defensa, verdugo y víctima.
Es en el contexto de la actual crisis del capitalismo cuando el fascismo surge como una necesidad para la supervivencia del propio sistema.
Observamos como aumenta la insistencia en los mensajes que achacan al colectivo inmigrante los problemas derivados de la crisis y la inseguridad ciudadana. Ocultando a los verdaderos y verdaderas culpables de la situación con el señuelo del odio al diferente. Por todo esto se hace necesaria una actuación decidida que inevitablemente debe ser unitaria. Inmigrantes y personas autóctonas debemos trabajar en conjunto contra el fascismo en todas sus formas: el de las calles y el del Parlamento.
Por ello, desde aquí hacemos un llamamiento a todos los colectivos y personas antifascistas para que se sumen a esta Coordinadora y la hagan suya.
¡Ni olvido, ni perdón!